Las analogías son, a veces, inevitables. El fantasma del descenso acecha hoy a las provincias que ya no gozan de la holgura fiscal que tuvieron durante el primer ciclo kirchnerista. Desde hace algunos años (2009 para ser más precisos), la fiesta se acabó y costaba hacer una vaquita para pagarla. Claro que en materia de transferencias de recursos coparticipables, siempre el Gobierno nacional se quedó con la mayor tajada. En ese contexto, los gobernadores (especialmente los que profesaron la fe kirchnerista) nada han dicho al respecto. Hoy padecen los sonidos fiscales del silencio.
El déficit volvió también a rondar en las cuentas públicas. Hay distritos que, incluso, han tenido serios inconvenientes para atender sus obligaciones financieras esenciales: los sueldos, particularmente. Más aún ahora que explotó la demanda de incrementos a raíz de acuerdos sectoriales, con los policías. No hay provincia en la que el gasto en Personal no supere el 50% del Presupuesto. Y ahí está la clave de semejante problema.
Los incrementos salariales se han disparado a mayor velocidad que la inflación reconocida por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Por eso, los gremios plantean que hay que tomar la inflación de las góndolas, esa que dice que, en la Argentina, los precios se dispararon por encima del 25% anual de manera sostenida. José Alperovich ha reconocido que el IPC es mayor que el que declama el Gobierno nacional a través del Indec. El presupuesto 2014 ha crecido por encima del 35% y el gasto en Personal lo hizo en torno de un 29%. Más evidencias que esas, imposible brindar. El gobernador tucumano, como primera medida, apeló al reajuste impositivo, es decir, redistribuyó el mayor gasto hacia los contribuyentes, ya sea por el revalúo inmobiliario o por la mayor fiscalización en Ingresos Brutos. Todo dentro del zoológico fiscal, nada fuera de él...
El ministro de Economía, Jorge Jiménez, dice que esta gestión no ha hecho uso de los créditos. Pero, por las dudas, le ha pedido a la Caja Popular de Ahorros que le habilite una línea directa. Y hasta la misma gestión ha efectuado ante el agente financiero de la provincia. Claro, por si las cosas se ponen pesadas más adelante.
Otro indicio de financiamiento ha sido la voluntad o vocación que ha tenido la actual administración por las Letras de Tesorería (Letes). Hasta ahora no las han utilizado, pero siempre están latentes, particularmente para atender las obligaciones con los proveedores.
El gasto corriente encuentra en los bonos el instrumento ideal para financiarse. Tucumán no es de aquellas provincias que tienen la soga ajustada al cuello. Tampoco holgura. Pero sí un espacio suficiente como para sobrevivir a las contingencias financieras, como las que desnudó el correntino Ricardo Colombi.
El ministro afirma que es una irresponsabilidad total pensar en que se pueden volver a emitir bonos en las provincias. Y que desnuda el mal manejo de las cuentas públicas de quien profesa esa postura. En el pasado, muchos dijeron lo mismo hasta que la realidad se convirtió en un viento que se llevó las palabras y las sanas intenciones. Pintar papeles no es la salida frente a una situación de inflación elevada. El fantasma del pasado volvió a escena. Causa pánico en los gobernadores. Provoca miedo en la Casa Rosada que vé cómo sus aliados se caen como fichas de dominó.